Felipe es un jóven venezolano de 26 años que vive en la ciudad de Bogotá, huyendo de la crisis político-económica que atraviesa el país vecino como los millones de otros migrantes venezolanos en el mundo, pero su experiencia en Venezuela no ha sido como la de los demás. Él no solo vivió la crisis, sino que también la estudió como economista e investigador.
Felipe es egresado de la Universidad de los Andes en Mérida, Venezuela donde estudió precisamente lo que pasaba en su país, en su entorno, mientras asistía a sus clases. “Empecé a ver el golpe en el tema económico, la inflación, la devaluación que está en una parte fronteriza, a ver que todos los días nuestra moneda perdía valor, ver todos los desequilibrios, el tema del contrabando, el tema de la formalidad, muchos cosas que no entendí el porqué…” Pero fue esa incomprensión, ese misterio sobre qué es lo que exactamente pasó en Venezuela, que lo motivaba. Felipe emprendió un nuevo proyecto en ese momento de su vida, del cual habla con mucho orgullo: “Tengo una investigación sobre temas de fronteras enfocado el contexto socioeconómico y aparte en el tema migratorio…fue mi tesis de pregrado, en la cual enfoco en el periodo 1999 hasta el año 2020, debido a que en el 99 quedó un nuevo gobierno en Venezuela y existió un cambio en muchos ámbitos…” Paso a paso, poco a poco, ha podido desenredar los sucesos concretos que condujeron a la crisis actual en Venezuela usando su conocimiento de la economía y la investigación.
Su experiencia en Colombia tampoco ha sido como la de los demás venezolanos. Felipe es de San Cristóbal, la ciudad venezolana justo al otro lado de Cúcuta, y tiene la doble nacionalidad. Es el hijo de un padre bogotano y una madre llanera, pero nació y creció en Venezuela. Su familia siempre iba a Cúcuta durante su infancia y adolescencia, y su papá trabajaba en el comercio fronterizo entre Norte de Santander y el estado venezolano adyacente de Táchira. Como sus padres son colombianos, me comentó lo siguiente: “Soy migrante pero al mismo tiempo me siento acogido en algunas cosas”. Sus padres a pesar de que llevan años en Venezuela siempre mantenían las costumbres, las tradiciones y la comida colombiana en su casa.
El vivir cerca de la frontera también influyó bastante en su investigación económica. Pensando desde la frontera, una zona netamente permeable, Felipe quería descifrar “qué es lo que está afectando y por qué hay un diferencial abrupto en la separación en un límite–pasar el puente y ver en un tiempo escasez e inflación y pasar al otro lado del puente y ver una economía con precios estables pero con otros tipos de desequilibrios”. Fue un rompecabezas que Felipe, cargando toda la curiosidad de un investigador y economista joven, quería resolver.
En el 2017 y 2018, Felipe tuvo que dejar la universidad y venir a trabajar en Bogotá, pero afortunadamente pudo volver a su país y terminar su carrera durante la pandemia. El año pasado vino otra vez a Bogotá con planes de quedarse y encontrar un trabajo en que pudiera usar todo lo que aprendió durante sus estudios. Y no vino solo: “La primeras veces vine con mi padre y él me orientó muchísimo a pesar de que ha quedado tantos años en Venezuela”. El hecho de que su padre sea bogotano ayudó mucho, ya que estuvo de vuelta en su ciudad natal y se la pudo mostrar a su hijo. Felipe también me habló de Mérida, la ciudad andina en que se encuentra su universidad. Como es una ciudad turística, el tema de compartir con tantas culturas durante sus años universitarios le ha ayudado a asimilar el cambio en Colombia. Muchos turistas llegan a Mérida cada año porque, curiosamente, allí se ubica la Heladería Coromoto que obtuvo el récord Guinness por ser la heladería con más sabores en el mundo. ¡Tiene aproximadamente 870 tipos diferentes!
Aunque tiene la nacionalidad colombiana, su formación universitaria y un padre bogotano, su búsqueda de trabajo ha sido fuerte. No tiene una red de contactos y como terminó su carrera recientemente, todavía no tiene mucha experiencia laboral. Sigue buscando empleo en Bogotá, y me dice que quiere aportar mucho al país. De hecho, Felipe y yo nos conocimos por primera vez en un evento del Banco Mundial en la Universidad del Rosario, el cual trató el tema de la migración venezolana en Colombia. Felipe quería compartir su investigación sobre la frontera con los asistentes.
Mientras tanto, Felipe se dedica al arte y la venta de artesanías en las calles. “Me la paso viajando a los lugares turísticos acá en Bogotá lo que es La Candelaría, Monserrate, el Chorro del Quevedo, Usaquén, Chapinero, algunos lugares del norte y ha sido muy bonito por lo que he podido viajar, he podido conocer”. Heredó este talento artístico de sus padres que siempre han trabajado con el arte. Me contó que emprender así no es fácil y que le gustaría formalizar su negocio, consolidar nuevos mercados y aprender más en el camino. Y aunque hay mucha competencia y materia prima barata que viene de China, Felipe prefiere vender artículos más exclusivos, de cuero y hecho a mano.
Felipe sigue vendiendo sus artesanías en nuestra querida Bogotá, tratando de sacarse adelante mientras busca trabajo, pero él quería recordarnos a todos una cosa: “Hay mucho talento en la calle, muchas personas muy capacitadas, pero a veces por una falta de empatía o ciertos factores, se está desaprovechando ese talento que beneficiaría especialmente a Bogotá”. Con la historia de Felipe, espero que podamos mirar a los emprendedores en la calle con otros ojos y con ganas de comprar sus productos hermosos.
– Dalton Price