Nos encontramos con Luis, un lunes al mediodía en el ParkWay y rápidamente pudimos reconocerlo, pues previamente habíamos revisado el trabajo que realiza con su fundación y que hoy en día es una de las razones que lo definen como activista.
Luis José es un venezolano de Valencia, que llegó a Bogotá, por primera vez en su vida hace dos años y medio, cuando por temas de seguridad, tuvo que dejar su país en cuestión de tres días. Actualmente, se encuentra optando por el proceso de protección internacional, a la calidad de refugiado, trabaja en un café cultural muy cerca de dónde nos encontramos y dirige la fundación “Yo estoy aquí”, en la cual se promueve la educación de calidad para niños y niñas colombianos y migrantes retornados. Nos cuenta que a pesar de que lleva dos años y medio en la ciudad, siente como si fueran diez años, pues ha vivido una inmensidad de cosas que por su rol como activista, ha hecho que tenga una vida bastante agitada. Como muchos de los y las migrantes con los que hemos hablado hasta el momento, para Luis, fue empezar desde 0, solo, en una ciudad desconocida que aun así para Luis como nos lo comenta, tiene sus semejanzas con Valencia, como la inseguridad y el clasismo. De hecho, nos menciona que la elección de venir a Colombia, y particularmente a Bogotá, para ser su ciudad de acogida, fue una decisión de último minuto, por el afán de salir de su país, dadas las condiciones por las cuales debía hacerlo, “El tema del activismo explota en el 2020 y había un tema de tres días para salir de Venezuela, antes de que pasara lo peor, y mi papá decide, como bueno qué es lo más cerca, Colombia, Bogotá. Fue una salida de película.”
Esos tres días, en especial el día que llegó, sin poder despedirse de sus seres queridos y decirles el verdadero motivo por el cuál debía dejar su país, los recuerda con particularidad, pues todavía siente las emociones que se apoderaban de él en aquel momento, y lo que sentía al tener que ser escoltado por un general de las fuerzas armadas. Claro está que la razón por la cuál tuvo que dejar Venezuela fue por temas de seguridad relacionados a su activismo, por lo cual preguntarle sobre cómo surge esta necesidad de ser un activista, era algo que no podíamos dejar pasar. “Soy activista desde que estaba en el colegio, era menor de edad y yo ya hacía cosas súper locas. A los ocho años yo ya tenía este proyecto de fundación, era súper loco porque normalmente a los ocho años un niño quiere un XBOX o cosas así…yo llegaba y yo decía, yo quiero una fundación para educación.” A pesar de que sus padres trabajaban en gobierno, en la Contraloría, y por ende en ciertos temas tenían que ser apolíticos, por lo cual tener un hijo activista podría representar un choque, siempre lo apoyaron, permitiéndole generar un criterio propio en temas políticos. Fue así, como a medida que fue creciendo fue enalteciendo su sueño de tener su propia fundación en temas de educación, pues considera que la educación de calidad no parte solo desde lo académico, sino desde la integridad.
Con mucha emoción y la pasión que se le nota por estos temas, fue contándonos lo que hacía a medida que fue creciendo y pudiendo materializar ese sueño, como por ejemplo salir y motivar a sus compañeros para protestar en contra de lo que estaba sucediendo en Venezuela, “Estudié en un colegio privado. De elites de la ciudad, había privilegios…y siempre había un rechazo en saber que el país no está mal porque yo no estoy mal. Yo siempre les decía, vivimos en una burbuja, el hecho de que yo no esté mal no significa que el país no esté mal. Yo siempre quedaba como el loco del salón, hasta que hubo un momento en el que empezaron a entender por los ataques que recibía el colegio directamente por parte del gobierno, y decidimos un día protestar. Nadie se había tomado el atrevimiento de protestar en contra de Nicolás Maduro todavía, porque era el hijo de Chávez…”
Fue así como empezó a darle poco a poco fuerza a su activismo y a ser reconocido como aquellos que tenían influencia en su Estado, para agrupar a las personas, y rechazar lo que estaba sucediendo, a tal punto que empiezan a llamarlo para escribir artículos de opinión, que hasta el día de hoy todavía realiza en materia de críticas frente al gobierno venezolano, derechos humanos, participación ciudadana… Temas que inclusive, se ha dado cuenta de la importancia de abordar también aquí en Colombia, y de ser un activista por la sociedad en la que vivimos, sin importar nacionalidades, acentos o culturas, sino por simple humanidad “Yo desconocía mucho la historia de Colombia y poco a poco mientras fui conociéndola me di cuenta que no era solo el país peligroso dónde habían carros bomba. Aprendí que es un país hermoso que ha vivido una situación que lo ha afectado, y que siguen viviéndola.”
El sueño de la fundación se materializó finalmente el 21 de octubre del 2018, cuando irónicamente todas las personas que lo apoyarían y conformarían estaban en diferentes ciudades del mundo, dada la situación de su país. Misma situación que llevó a que la fundación se nombrara “Yo estoy aquí”, haciendo analogía justamente a esa cantidad de ciudades en las que muchos se encuentran, pero que a través de un grupo de WhatsApp se organizaron para poder aportar de alguna manera.
La historia de Luis José, o lo poco que nos contó de ella, nos recuerda la importancia de no ser ajenos a las situaciones que nos rodean, de no permitir que nuestros privilegios no nos dejen construir país. Por eso queremos darle las gracias por lo que ha hecho y por lo que sigue haciendo para su país, y para el nuestro, por seguir siendo determinado y resiliente. “No pierdas esas ganas de luchar, no pierdas el foco. El hecho de llegar a otro país no implica que tus sueños se han acabado, hay que abrirse a las oportunidades, a los cambios…”.
– Isabella Otero